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Un equipo es un estado de ánimo

Un equipo es un estado de ánimo

Es una frase muy conocida de Jorge Valdano: «Un equipo es, sobre todo, un estado de ánimo». Y la comparto plenamente. Las emociones determinan nuestras conductas y, además, son contagiosas. Cuando el buen ánimo está presente, las capacidades se potencian; cuando el pesimismo se apodera de la persona, el talento se contrae y pasa desapercibido. Además, estos sentimientos –positivos o negativos– crean un estado colectivo de euforia o derrotismo que provoca verdaderos milagros o auténticas catástrofes.
¿Por qué digo esto?

El pasado martes era destituido como entrenador del Real Madrid, el alemán 
Bernd Schuster, y casi inmediantamente era presentado el nuevo entrenador merengue, Juan de Ramos. Hoy, el equipo madridista ha jugado en partido de Champions League contra el Zenit ruso y ha ganado por 3–0, con dos goles, además, de su capitán Raúl.

Un equipo no pasa de la noche a la mañana del blanco al negro, pero si hay algunos aspectos que merece la pena apuntar:

Primero. En más de una ocasión hemos dicho que el entorno es determinante en los resultados empresariales, y algunos estudios empíricos lo cifran entre el 30–40% del negocio. Hay entornos estimulantes –que sacan lo mejor de uno mismo– y hay entornos tóxicos –que hacen que nuestras capacidades se contraigan–. El propio Valdano decía: «Dentro de un equipo que funciona bien, cada jugador parece mejor de lo que es; y dentro de un equipo que funciona mal, cada futbolista acaba pareciendo peor de lo que es». El «buen rollo» es esencial para que un equipo dé lo mejor. Si el ambiente está tenso, si la comunicación no fluye, si las caras son de obligación y no de disfrute, es muy difícil que haya resultados, y en caso de ocurrir serán «casuales» y no «causales».

Segundo. Cuando el clima laboral y el entorno se enrarecen es muy complicado darle la vuelta desde dentro. En la mayor parte de las ocasiones es necesario que venga alguien de fuera –y que por tanto, no esté contaminado de ese entorno– que ponga las cosas en orden y, sobre todo, inyecte ilusión, entusiasmo y ganas de ganar. En definitiva, que cambie caras de pena por caras de alegría dispuestas a comerse el mundo. Pasión, entusiasmo y brillo en los ojos distinguen a los ganadores. Es muy importante que un director de orquesta haga vibrar a la gente.

Tercero. Fue también Valdano quien decía: «Ganar un partido es ganar el 30% del siguiente. El amor al público se multiplica; se gana en prestigio y cotización; el periodismo evita conflictos; el grupo se cohesiona; el entrenador gana autoridad; y el entorno se estabiliza». Así es. Hay victorias –sobre cuando un equipo está tocado– que aunque aporten poco en la clasificación –como la de hoy contra el Zenit– influyen mucho emocionalmente. El propio Sergio Ramos en la rueda de prensa tras el partido ha dicho: «Un triunfo tan claro nos viene bien para el partido con el Barcelona (...). Nos ha dado confianza».

El partido del próximo fin de semana contra los culés será complicado, pero se han sentado algunas bases para intentar construir algo más sólido. Creo que la destitución de Schuster –todos sabíamos que era cuestión de días o semanas– se ha producido, desde mi punto de vista, en el momento más oportuno, antes de un partido de Champions, para ganarlo, impulsar emocionalmente al equipo (se vincula el resultado al cambio de entrenador), y crear un estado colectivo de optimismo muy propicio para intentar derrotar el próximo encuentro al club blaugrana, algo determinante para aspirar al campeonato si tenemos en cuenta que los catalanes son primeros en la tabla con 35 puntos y el Real Madrid está en quinta posición (ni siquiera está metido en Champions) con 26 puntos.

Desde mi punto de vista, el Real Madrid tiene posibilidades para el gran clásico, aunque la frase de Schuster el pasado domingo –«Ahora mismo no es posible ganar en el Camp Nou»– parece ser cierta para las casas de apuestas, ya que jamás en la historia se se había pagado tanto por una posible victoria del Madrid en Can Barça: unos 6 euros, frente a los 3,80 euros por el empate y 1,57 euros por la victoria culé.